El próximo 22 de marzo se celebrarán en toda España movilizaciones contra las políticas del Gobierno del Partido Popular, en una acción de ámbito nacional que se ha dado en llamar Marcha por la Dignidad.
La elección del nombre como fin último de lo que la sociedad demanda, la grandeza del sentimiento que millones de ciudadanos y ciudadanas reclaman, la dignidad esencial del ser humano que nos está siendo arrebatada, merecerían una reflexión particular; pero hoy quiero hablar de las camisetas que encenderán las mareas y de lo que cada una representa.
Porque… qué difícil elección la de teñir de un color determinado la indignación, el dolor o la impotencia con la que presenciamos el espectáculo del deterioro de lo público y del recorte mantenido y constante de nuestros derechos.
Y digo bien, presenciamos, porque las ciudadanas y ciudadanos de este país hemos quedado reducidos al papel de meros espectadores, cuando no víctimas, de la gestión pública del Gobierno de Rajoy. Y ello, en virtud de una mayoría absoluta que ampara legalmente sus acciones pero en absoluto las justifica desde el punto de vista ético.
Vuelvo a las camisetas. Podría vestir de violeta mi solidaridad con tantas y tantas mujeres que aún padecen en sus carnes la violencia de género, la desigualdad, la discriminación de todo tipo. O mi rechazo a una reforma de la Ley del Aborto que convertirá a las mujeres sin medios económicos en potenciales delincuentes, incluso a riesgo de sus vidas.
Pero podría ir del verde que ha sacado a la calle a millones de docentes, estudiantes y padres y madres de familia contra una Ley Wert de Educación retrógrada, desequilibrada, injusta con los económicamente más débiles, ideologizada en los contenidos pedagógicos e insensible con lo que considera asignaturas “poco productivas” como la música o las humanidades.
O por qué no elegir una camiseta blanca, de ese blanco sereno y calmante de médicos y asistentes sanitarios de la Sanidad Pública, que mitigan el dolor sin calcular el peso de las carteras, que reclaman inversiones en beneficio de todos y de todas y que nos hacen iguales en la salud y en la enfermedad.
Los servicios sociales, aquejados de recortes y reducciones de prestaciones, se demandan en naranja. Pensiones, dependencia, ayuda domiciliaria, subvenciones a las familias en riesgo, prestaciones por desempleo… También este será mi color el sábado.
El rojo, quizá por ser el color de la furia y la indignación, lo comparten parados y artistas; los primeros, contra una reforma laboral que recorta derechos hasta el estrangulamiento y que ha provocado la multiplicación de las personas desempleadas en España. Los segundos, porque la Cultura, a la que desprecia el PP, -el cine, el teatro, la música, la danza o las artes plásticas- ha sido castigada con una brutal subida del IVA que ha provocado el cierre de decenas de salas, la quiebra de productoras y otras empresas y el consiguiente aumento de paro en el sector.
Dejo para el final la camiseta negra, la camiseta canaria, la camiseta que compartimos desde hace semanas con los baleares, la camiseta contra el petróleo sucio, contaminante, caduco, que amenaza destruir nuestros valores naturales y nuestro modo de vida.
Aunque en realidad no importan pancartas, siglas ni colores; tenemos razones sobradas para salir a la calle el sábado. Allí estaremos. Yo estaré.
M Dolores Corujo
Secretaria General del PSOE de Lanzarote