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Miguel González

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Neuronas espesas

"Repsol espera por Rajoy", titulaba un periódico canario hace algunos días en referencia a los ojos muy esperanzados con los cuales la multinacional española contempla el posible acceso del Partido Popular al gobierno del país tras las elecciones generales del 20-N. No debemos olvidar varias cuestiones que orbitan sobre este asunto, recurrente en épocas preelectorales, a saber: 1) los socialistas de Lanzarote consiguieron paralizar en el Tribunal Supremo un decreto del gobierno de Aznar que autorizaba la realización de prospecciones por parte de Repsol en busca de petróleo en aguas canarias; 2) el gobierno de Zapatero ha reiterado en numerosas ocasiones en el Congreso de los Diputados que no se autorizará la búsqueda de crudo mientras no exista el suficiente consenso entre las instituciones y los ciudadanos de Canarias; 3) el PP canario, y Soria lo reafirma cada vez que tiene ocasión, es partidario de desarrollar una industria petrolífera en Canarias, con el argumento falso de la ingente creación de puestos de trabajo que conllevaría; 4) ¿Turismo y petróleo?; 5) ¿Desarrollo sostenible junto a plataformas de extracción de crudo?

Repsol, o tal vez sería mejor escribir Pemex, o Sacyr-Vallehermoso, no contempla entre sus planes futuros de expansión empresarial dotar a Lanzarote y Fuerteventura de una pujante industria petrolífera y mucho menos de una suerte de maná económico en forma de empleo masivo capaz de aligerar las cifras de parados en ambas islas. En absoluto, pues no figura en su epígrafe mercantil su conversión en ONG benefactora. Más al contrario, compañías multinacionales de similares características perforan los fondos marinos del planeta, tipo la británica BP, provocan una catástrofe ecológica de dimensiones bíblicas en el Golfo de México y desaparecen de la zona o se lavan las manos manchadas de alquitrán, a pesar de la indignación de los gobiernos y la desesperación de sus habitantes.

Estos antecedentes siniestros no parecen influir en demasía en el Partido Popular de Canarias y en su líder, José Manuel Soria, que apuesta sin rubor por abrir las puertas de los mares canarios a Repsol y a su amenaza de sembrar la costa de plataformas de extracción de petróleo, en una coexistencia imposible entre la industria petrolífera y la turística y entre el absurdo de una región que se promociona como sostenible medioambientalmente y, sin embargo, según el PP, no debe desdeñar la posibilidad de desarrollar uno de los sectores industriales más contaminantes del planeta.

Así que todos aquellos ciudadanos, partidos políticos, instituciones publicas u organizaciones sociales que expresamos nuestro temor ante la posibilidad de que se hagan realidad los sueños petrolíferos del PP estamos en nuestro pleno derecho de protestar, de decir que no con rotundidad y de pararle los pies a quienes pretenden violentar nuestro territorio y nuestro modo de vida con promesas mentirosas de trabajo, de prosperidad y de riquezas. Es falso. El petróleo no traerá mayor bienestar para los canarios, sus beneficios los capitalizará íntegramente Repsol y el sector turístico sufrirá las consecuencias de convivir con una actividad industrial de altísimo riesgo para el medio ambiente. Por mucho que Soria y su PP insistan en que Canarias se convertirá, mutatis mutandi, en una nueva Guinea Ecuatorial.

La batalla contra las pretensiones especulativas del PP y contra su extraño maridaje con poderosas empresas de carácter multinacional no puede parar. Durante los nefastos años de gobierno de Aznar, empresas públicas con resultados económicos excelentes fueron malvendidas a ciertos oligarcas bien relacionados en las alturas del partido de la derecha. Los parabienes de Soria y Rajoy a las intenciones de Repsol en la costa de Lanzarote y Fuerteventura huelen a connivencia oscura entre poderes políticos y económicos tremendamente antidemocráticos. El engaño como arma de destrucción masiva ("si hay petróleo, Canarias se beneficiará"), debe ser combatido por todos aquellos que aspiramos a conservar nuestro territorio, a preservar nuestro medio de vida y a evitar que una multinacional muy potente arrase a un sector, el turístico, que proporciona empleo a casi el 30% de la población activa en Canarias. No hay sitio para el petróleo en un mundo que se encamina con rapidez hacia el agotamiento de los combustibles fósiles y hacia un cambio revolucionario del modelo energético en las sociedades occidentales.

El programa electoral del PSOE para las elecciones del 20-N propone que el 70% de la energía que utilizamos sea de carácter renovable en 2030. Se trata de una apuesta firme por un consumo energético responsable, sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Y en este campo, los canarios tenemos mucho que aportar, pues somos una especie de súper potencia planetaria en materia de sol y viento. Ahí reside el futuro. Por más que le pese a Soria y a un PP con las neuronas espesas de tanta marea negra que contamina sus ideas.

 

Miguel González, candidato del PSOE al Congreso de los Diputados