Ariagona González
Van a cumplirse 50 años de la película ‘Johnny cogió su fusil’, una dramática defensa de la eutanasia que sigue conmoviendo a los espectadores pese al tiempo transcurrido. Un joven combatiente de la I Guerra Mundial despierta totalmente confuso en un hospital tras una explosión sucedida durante un bombardeo. Está lúcido y al principio no es consciente de lo que le ha pasado y en qué condiciones se encuentra, pero poco a poco comienza a percatarse. Está ciego, sordo y mudo y con las piernas y los brazos amputados. Pronto se da cuenta de que cuerpo se ha convertido en su cárcel: está confinado de por vida.
En 2004, el director Alejandro Amenábar nos conmovió con ‘Mar adentro’, una película basada en un caso real, el de Ramón Sampedro, que vivió durante casi 30 años postrado en una cama al cuidado de su familia tras sufrir un accidente en el mar que le dejó tetrapléjico. Su único deseo desde entonces fue morir dignamente. Acudió a la justicia y pidió que le permitieran rechazar las sondas con las que se alimentaba, o que los médicos pudieran recetarle fármacos sin incurrir en un delito de ayuda al suicidio. Llegó hasta el Tribunal Constitucional, pero la negativa de la justicia le condenó a vivir, por lo que recurrió a una muerte clandestina.
El año pasado a muchas se nos hizo un nudo en la garganta cuando no enteramos del desenlace del caso de María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple. Su marido, Ángel Hernández, la ayudó a morir —como era su reiterado y explícito deseo—, grabó en vídeo el proceso y está acusado de un delito de cooperación al suicidio. No deja de ser triste y paradójico que, pese a que una encuesta de Metroscopia de 2019 le daba a la eutanasia un apoyo del 87% de la población, el acto de amor de Ángel Hernández hacia su esposa se encuentre en manos de un Juzgado de Violencia sobre la Mujer.
La eutanasia consiste en la intervención voluntaria para provocar la muerte sin dolor, poniendo fin a una vida de muchos sufrimientos, y en nuestro país por fin saldrá de la clandestinidad a iniciativa del PSOE. El Congreso de los Diputados acordó que la eutanasia deje de ser perseguida penalmente para convertirse en un derecho gracias a un amplio acuerdo político con 198 votos a favor. Así que nos convertiremos en el cuarto estado de Europa y en el sexto del mundo que permite poner fin a la vida con la intervención de un profesional de la salud en caso de enfermedad incurable, grave, crónica e invalidante.
El suicidio médicamente asistido es ley muy garantista, ya que el paciente debe ser mayor de edad y ha de confirmar su voluntad hasta cuatro veces. Pero, por otro lado, los profesionales sanitarios directamente implicados en la prestación de ayuda para morir podrán ejercer su derecho a la objeción de conciencia. En las primeras semanas del año que viene ya será legal en España que un enfermo incurable solicite ayude para poner fin a su vida, aunque con el voto en contra de PP y Vox, la derecha y la extrema derecha otra vez unida y anclada en el pasado.
Ariagona González, diputada nacional del PSOE y consejera de Industria y Energía del Cabildo de Lanzarote.