Para algunos partidos y candidatos, nada parece haber cambiado desde hace cuatro meses al día de hoy, en puertas de unas nuevas Elecciones Generales. Las promesas imposibles, los subterfugios, cuando no las mentiras más groseras, vuelven a poblar comunicados y declaraciones públicas.
Los elevados índices de abstención, que han afectado al respaldo electoral de todas las fuerzas políticas -incluida la que represento, el Partido Socialista- nos mandan un mensaje nítido: la ciudadanía está cansada de las palabras bonitas en campaña, que revelan su inconsistencia al día siguiente de celebrados los Comicios.
Sucede especialmente en las Elecciones Generales, cuando los candidatos y candidatas hacen verdaderas piruetas retóricas y discursivas para tratar de aportar cercanía a una Administración central que queda lejos.
Pero entiéndanme, ni hablo de distancia geográfica ni de alejamiento de los problemas de la ciudadanía. Hablo de la política local, de las situaciones cercanas, pequeñas, cotidianas, esas que a veces nos ocupan más que las grandes decisiones, las que pese a todo, nos afectan en mucha mayor medida.
Porque una obra molesta a la puerta de casa, un papeleo en el Ayuntamiento que se hace eterno, parques infantiles deteriorados, lo que comúnmente llamamos “los problemas de la isla”, no se resuelven en Madrid, por mucho acento canario que exhibamos.
La gestión pública y la resolución de sus conflictos de la isla los debemos exigir a los políticos del Cabildo y la gestión local y todo lo que conlleva, a los Ayuntamientos. Y por supuesto, las políticas de Empleo y la mayor parte de la obra pública, las infraestructuras y dotaciones, al Gobierno de Canarias.
¿Qué se dirime realmente en estas Elecciones y por qué son tan importantes, también para Lanzarote? Porque decidirán si continúan las políticas de austeridad que han empobrecido a las clases medias, de la isla y del resto del país; porque decidirán si sigue en vigor una reforma laboral que mantiene en el desempleo a cuatro millones de españoles, también de Lanzarote, y ofrece empleos en precario de muy baja calidad a toda la juventud española, incluida la nuestra.
Porque quien llegue al Gobierno mantendrá o no el copago farmacéutico de los mayores de Lanzarote, de Canarias y del resto del Estado español y la Ley Educativa que consagra la ideologización de los contenidos educativos y equipara la religión (Católica) con las matemáticas, también en los colegios de la isla.
Son asuntos muy graves, que repercuten directamente en nuestras vidas, pese a que se debaten y legislan en Madrid, a 3000 kilómetros de nuestra realidad diaria.
Yo no voy a prometerles llevar los problemas cotidianos de Lanzarote a Madrid. Pero sí tienen mi compromiso de que lucharé para equiparar a la población que vive en Canarias con la ciudadanía del resto de España. Hablo de los gastos aparejados a la educación de nuestros hijos, que hacen la formación inviable en muchos casos; de los precios de transporte entre islas que convierten un viaje forzoso en un quebranto del presupuesto del hogar; hablo de las infraestructuras que evitan que nuestra cesta de la compra tenga precios turísticos.
Y por supuesto, hablo del desempleo que nos asfixia, de los recortes que nos empobrecen, del austericidio que obliga al cierre de pequeñas tiendas y negocios a diario, de la respuesta al déficit ante Europa a costa de la calidad de vida de quienes no deben culpa. Todo eso se cambia en Madrid. Yo levantaré mi mano y diré sí al cambio. Lo prometo.
Ariagona González