Coalición Canaria pide el cese como ministro de Juan Fernando. Y tiene argumentos, no te creas. Tiene argumentos, pero de los suyos. Dice cosas del estilo de "utiliza al Ministerio Fiscal para perseguir a sus adversarios políticos". DIce que "tampoco cumple con los principios éticos, pues muchas de sus decisiones no persiguen la satisfacción de los intereses generales de los ciudadanos ni se fundamentan en consideraciones objetivas orientadas hacia el interés común, pues expresan posiciones personales y partidistas”.
Bueno. Eso es lo que dice Coalición Canaria. Y lo dice sin despeinarse, aún cuando sus afirmaciones suponen poner en entredicho la independencia del Ministerio Fiscal y del propio Poder Judicial, toda vez que los fiscales podrán acusar, pero son necesarios los jueces para que los procedimientos sigan adelante.
El problema es que, a estas alturas, nadie se esperaba que determinados comportamientos de cargos públicos se vieran sometidos al escrutinio de la justicia. El Régimen estaba tan consolidado, que se pensaba que la perfecta sintonía entre grandes empresarios y poder político todo lo cubría. Y no, no es así.
A pesar de que algunos confundan el trabajo de anticorrupción en Canarias con una especie de "Manos Limpias", aquí no nos encontramos frente a un programa de limpieza acometido desde las instituciones. Nos encontramos ante unos ciudadanos que, hartos, han decidido denunciar. Ha de recordarse que "Eolo" es fruto de una denuncia particular, al igual que "Faycan" o "Las Teresitas".
Y seguirán. Seguirán las denuncias porque una vez perdido el miedo, es muy probable que aquellos que están hartos de mordidas y porcentajes, calcularán que les sale más barato denunciar. Seguirán las denuncias porque aquellos que se indignan ante las conductas corruptas de un cargo público o funcionario, que los hay, perdido el miedo se atreverán a denunciar.
¡Qué sigan culpando a Juan Fernando! Que lo sigan culpando diciendo que " sus decisiones no persiguen la satisfacción de los intereses generales de los ciudadanos". Que lo digan aquellos que han manejado los presupuestos a su libre albedrío, con unos porcentajes brutales de partidas innominadas destinadas a políticas partidistas. Aqullos que entierran miles de millones en un tranvía, mientras a cualquier canario le cuesta una fortuna acudir al médico a las mal llamadas islas capitalinas.
Pero no hay que ser duro. Hay que comprender sus nervios. Ven como probable, después de demasiado tiempo, una alternancia que daban como imposible.