Coalición y PP, PP y Coalición, desprecian sistemáticamente a los ciudadanos y ciudadanas de esta tierra.
No es una acusación infundada. El ciclo político que se cerrará en próximo veintisiete de mayo, se ha caracterizado por el desprecio a la sanidad pública, con listas de espera que se alargan de manera intolerable, al tiempo que se negocian jugosos convenios con la sanidad privada.
Se ha despreciado a la enseñanza pública, llevándola a unos niveles de fracaso escolar intolerables para una autonomía con el potencial y el nivel de gasto de Canarias.
Se ha despreciado el derecho a saber, a exigir responsabilidades, con el pacto de "no agresión" que ha descafeinado las comisiones creadas para los casos Eólico y Amorós.
Se ha despreciado la más mínima seguridad jurídica y la libre concurrencia con La Gran Marina y el reparto del gas.
Se ha despreciado la inteligencia de los canarios y canarias agitando el espantajo del crecimiento poblacional... inducido por un modelo de crecimiento basado en el ladrillo, que consolida una sobreoferta de la planta alojativa, virando de manera peligrosa al residencial en zonas turísticas.
Podrían ponerse más ejemplos, pero baste con éstos para llegar, ya, al colmo de los desprecios: el desprecio a la voluntad popular.
Coalición y PP, PP y Coalición, recitan a coro el mantra de que Juan Fernando, el PSOE, ganará pero no gobernará. Se juramentan para un pacto de perdedores. Repiten machaconamente que no hay más futuro que aquel que ellos deciden desde ahora.
Desprecio. Soberbia y desprecio denotan estas afirmaciones. Pretenden ignorar que antes que se celebren esos pactos que cantan como realizados, habrá que contar los votos.
Votos que, a día de hoy, podrían ser insuficientes, teniendo en cuenta el brutal castigo que las encuestas pronostican a Coalición y PP, a PP y Coalición.
Cada vez hay más razones para el cambio, entre ellas, el desprecio que muestran Coalición y PP, PP y Coalición, por las urnas. Cada vez hay más razones para movilizarse, para hacer posible un cambio de ciclo que se antoja imprescindible... e inevitable.