Pedro San Ginés tiene un sueño. No lo critico por ello, todos tenemos derecho a soñar. Es más, el sueño de Pedro San Ginés es el sueño de una persona humilde y sencilla, por lo que su sueño, lejos de delirios de grandeza, es un sueño, también, humilde y sencillo.
Pedro San Ginés sueña con ver su foto, satisfecho pero contenido, en el tablón del comedor de personal del Hotel Princesa Yaiza. Una foto discreta, porque el verdadero valor de esa imagen estaría en el pie de la misma: “Pedro San Ginés, empleado del mes”.
Es un sueño hermoso y cargado de un cierto deseo de justicia. No es de recibo que el mejor valedor de los intereses de Juan Francisco Rosa no vea apreciada tal cualidad. No es aceptable que los desvelos de Pedro San Ginés no se vean reconocidos donde y como corresponde. No es lo mismo el halago hecho para la calle por algunos medios comprados al peso, cuando no empleados directos, de su admirado Jefe. No, los siervos mediáticos del Emperador de Playa Blanca lo proyectan como el Presidente de Presidentes y Pedro necesita ese toque humano, cálido e íntimo de ser considerado como lo que es, el mejor empleado de El Señor de los Ladrillos.
En ese empeño, en el de servir a su amo, desmantela Patrimonio. Seguro que no tiene nada que ver con la calificación de El Mercadillo, propiedad de Juan Francisco Rosa, como bien de interés cultural.
En ese empeño, en el de ser el mejor de los servidores, ataca a los técnicos de la oficina del Plan Insular en dos fases, primero nombrando un comisario político y, segundo, apartándolos de la emisión de informes. ¿Qué este caso no afecta directamente a su Jefe? Claro, y seguro que es el caso que menos le importa, pero sienta un precedente para cuando el Hotel Princesa Yaiza y el Son Bou, estos sí de su Señor, pidan los informes de compatibilidad para tratar de obtener de nuevo la licencia anulada.
Lo malo es que en ese momento el operario del mes, el mejor empleado, el servidor más fiel, va a tener un problema: cualquier técnico, vinculado o no a la Fundación, tendrá que informar que el hotelito tiene dos plantas más que las permitidas en el planeamiento.
En ese momento, el operario del mes, el mejor empleado, el servidor más fiel, empezará a hablar de cambios en el planeamiento a la medida de su Jefe, el Señor de los Ladrillos.
Pero esa decisión no estará en las manos de tan fiel servidor, le corresponde a la gente de Lanzarote el decidir si quieren que, a partir de mayo de 2011, les gobierne un presidente o presidenta de todos o el mejor empleado, el empleado del mes.