Imaginemos que el Juzgado le retira el carnet de conducir al chófer oficial de José Miguel Ruano, consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias. Imaginemos que, sabiéndolo, el consejero mandara al chófer a recoger al Juez para un acto oficial. Delirante, ¿verdad?
Pues eso mismo, o tal vez peor, acaba de pasar este fin de semana en Lanzarote. José Miguel Ruano se ha traído a más de cincuenta magistrados y los ha metido en un hotel cuya licencia ha sido anulada por los tribunales en dos ocasiones, tanto en el procedimiento instado por la FCM, como por el seguido a instancias del Cabildo de Lanzarote.
Lo triste del caso es que, al fin y al cabo, no produce extrañeza el comportamiento del consejero de ¿Justicia?. Al contrario, sintoniza perfectamente con el gabinete del que forma parte.
Al intento, de momento demorado hasta el trámite parlamentario, de colar con calzador una regularización masiva en la Ley de Medidas Urgentes, promovido por Berriel, ha de sumarse la inexplicable presencia de Rita Martín al frente de la Consejería de Turismo.
Más allá de las cualidades que la adornan para tal responsabilidad, resulta indefendible que la máxima responsable del sector haya sido, hasta su toma de posesión, la gerente de la patronal hotelera de Lanzarote. Y menos se puede justificar si se tiene en cuenta que la práctica totalidad de los responsables de dicha patronal son titulares de licencias anuladas.
Por tanto, no puede extrañar, desgraciadamente, la actitud de Ruano, cuando sus compañeros de gabinete han escenificado de manera repetida al servicio de que intereses están.
Coalición Canaria y Partido Popular han dejado bien claro en repetidas ocasiones para quien trabajan. Trabajan para los empresarios que invitan a pescar salmón y los que ceden chalets en precario. Trabajan para los empresarios que tienen el móvil del Consejero y lo llaman para preguntarle ¿qué hay de lo mío?. Y para las patronales que promueven y consensúan leyes de medidas urgentes (amnistías encubiertas).
La foto está hecha. Se les ha pillado demasiadas veces juntos en la cama, en una impúdica coyunda de poder público y poder económico, hasta tal punto que resulta casi banal, por lo conocido, insistir en contraponer el esfuerzo constante de servir a sus patrocinadores al abandono que sufren la educación, la sanidad o la justicia, la normal, la de a pie, la que afecta a cualquier ciudadano sin móvil de consejero a quien llamar.
Por eso, aunque cause tristeza, al menos en Lanzarote no sorprende la actitud de Ruano, lo cual no quiere decir que no indigne. Porque es una auténtica chulería despreciar a la Justicia de tal modo, porque es un auténtico atropello sentar a los jueces canarios en un salón que no debiera estar abierto al público, porque no se les puede traer a dormir y a comer a un establecimiento sin licencia, teniendo en cuenta que eso, lo de que no tienen licencia, lo han dicho esos mismos jueces.
¿Qué más da que un hotel no tenga licencia? Al fin y al cabo, lo que cuenta es que Ruano se considera con licencia para chulear a la Justicia (de la que se dice Consejero).