Los populares de Rajoy han exprimido los plazos hasta la cáscara antes de dar pistas sobre sus propuestas autonómicas y municipales, no sé si para evitar que la respuesta de sus oponentes afecte a la campaña o porque no tienen muy claro qué decir.
Llevan tanto tiempo asistiendo como convidados de piedra al desgaste paulatino del Gobierno por la crisis, que han olvidado que les iba a llegar, también a ellos, el tiempo de elaborar programas y las fechas electorales.
Habría muchas cosas que comentar con respecto a su tardía apuesta por el endurecimiento del Código Penal en delitos de corrupción; el Gobierno acaba de hacerlo y el PP se negó a respaldar las reformas. Imagino que Camps, Aguirre o Matas tendrán algo que ver con ese posicionamiento, que en campaña no interesa mantener.
Pero como estamos en Arrecife, donde la crisis se ha cebado con especial dureza, y gobierna un alcalde del Partido Popular, prefiero detenerme en el capítulo de la contención del gasto.
Leo que el PP “se compromete a recortar la cifra de altos cargos, puestos de libre designación y personal eventual en la Administración”.
Suena bien. Tranquiliza pensar que, si acepta, asume y acata los mandatos de su partido, Cándido no seguirá en la escalada de contratación de militantes y amigos con fondos públicos, en el remoto caso de que, por primera vez, sea elegido por los ciudadanos.
Debería por tanto sentirme sosegado. Pero hay algo que no me lo permite. No puedo sacarme de la cabeza la imagen de Mariano Rajoy, en uno de sus tours por las islas, vendiendo en Gran Canaria su Código de Buenas Prácticas. Al mismo tiempo, en Arrecife, Cándido Reguera era aupado al sillón con los votos de dos concejales imputados y confesos de cobro de comisiones ilegales.
No me fío del candidato del PP. Ni de sus promesas ni de su programa electoral, que olvidará tranquilamente para alcanzar sus objetivos; que son, y eso no debemos olvidarlo, trabajo para sus amigos, un acuerdo urbanístico para su empresario de cabecera y un icono para su biografía.
Y ya se encargará el partido de justificar y respaldar sus contradicciones.
Víctor Sanginés, concejal del PSOE de Arrecife