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Eva de Anta

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¡Por fin!

 

En el año 2005, España fue el tercer país en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, después de Holanda y Bélgica, con todos los deberes y derechos incluidos, entre ellos, el de adopción.

Pero el recurso de inconstitucionalidad a la Ley que regulaba estas relaciones, presentado por el Partido Popular, colocó una espada de Damocles sobre muchas parejas homosexuales ya casadas y sobre las que, por derecho y en justicia, siguieron contrayendo matrimonio.

Cuando ayer conocimos la sentencia del Tribunal Constitucional que da vía libre a esta norma, vimos consolidada nuestra libertad para decidir, para actuar y para sentir. Para tener derecho a escoger a la persona a quien queremos amar y con quien compartir el resto de nuestra vida.

Por fin acabó la incertidumbre sobre la legalidad de nuestros matrimonios, por fin seremos tratados como ciudadanos iguales en derechos y deberes.

Durante siglos, los gays y lesbianas hemos sido mirados como personas desviadas, enfermas e incluso en España, objeto de la Ley franquista de Vagos y Maleantes, con penas de reclusión y apartamiento.  

Afortunadamente, las cosas han cambiado, tras años de lucha, tesón y trabajo de todos los colectivos LGTB de España y del impulso y apoyo que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero dio a esta ley en el año 2005.

El matrimonio es un derecho y no una bendición religiosa o un privilegio civil para unos cuantos. Es un contrato jurídico entre dos personas unidas por el amor, y no una gracia que se concede en virtud de una moralidad particular.

Cientos de miles de matrimonio de gays y lesbianas se han constituido en España en los últimos siete años. Las personas del mismo sexo se enamoran, conviven, crían hijos en común, se separan, trabajan, compran, viajan, enferman, se jubilan… Y todo esto sin dañar a nadie y sin intención de destruir las bases de la familia. Únicamente con el propósito de sumar y no de restar, de disfrutar de su derecho sin vulnerar los de otros.

Las familias son diversas y nadie es quién para decidir qué modelo es correcto o adecuado. Casi dos terceras partes de la sociedad española así lo consideran, lo que a todas luces es señal de que la democracia y el sentido de la igualdad han echado raíces en nuestro país. Felicitémonos por ello hoy y cada día de los venideros.

Eva de Anta

Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Arrecife y secretaria de Igualdad del Comité local del PSOE de Arrecife