Sábado por la mañana. Está a punto de comenzar el mitin de Zapatero y Juan Fernando en Las Palmas. Ambiente festivo, saludando a compañeros y compañeras de otras islas, comentando las últimas noticias y las buenas vibraciones para estas europeas.
De repente llegan. Reparten panfletos con las últimas ocurrencias de la máquina de intoxicar soriana, ampliamente publicitadas en Época. Son los salmonetes del PP, las juventudes del Señor del Salmón.
Y como el Salmón Padre, los salmonetes van contracorriente. El río de la información baja cargado de comportamientos al menos reprobables de su jefe y ellos a contracorriente. El río de la información baja repleto de noticias sorprendentes e inaceptables de viajes pagados, vacaciones pagadas, alquileres pagados, concursos amañados y camas regaladas y ellos a contracorriente.
Muy débiles deben ser los argumentos del Salmón Jefe, muy poco creíble su defensa, cuando tiene que fabricar un reportaje inmundo achacando a los otros sus desgracias, cuando tiene que enviar a sus salmonetes a intentar provocar en un acto electoral de su adversario.
Los salmonetes, al fin y al cabo, me dan pena. Ver a gente joven, que debiera estar aportando lo mejor de sí mismo a la actividad pública, dedicados a repartir libelos, provoca tristeza. Ver a gente joven nadar contracorriente, tratando de airear inmundicias para tapar las vergüenzas, y desvergüenzas, de su Salmón Líder, provoca lástima.
Termina uno preguntándose si serán salmonetes o besugos.