Para los que compartimos la teoría de que el Partido Popular de Lanzarote no existe, simplemente subsiste, es una auténtica sorpresa conocer su iniciativa destinada a nombrar "Hijo Predilecto" de la isla al ex presidente del Cabildo, Nicolás de Páiz. Político honesto a carta cabal, abogado, ejemplo de hombre público que entendió las instituciones democráticas en su dimensión de servicio al ciudadano, sin duda Nicolás se merece el nombramiento a título póstumo. Nadie en su sano juicio se opondrá a esta distinción.
Además, coincide en el tiempo con la solicitud del PNL (una suerte de partido fantasmagórico sostenido por el patrocinio económico de uno de sus dirigentes), destinada a colocar el nombre de Agustín Acosta Cruz en una calle de Arrecife. No hay color. Las sociedades que distinguen a sus miembros más ilustres lo hacen porque así lo merecen, porque han reunido méritos suficientes a lo largo de su vida para que sus conciudadanos se sientan orgullosos. No es el caso.
Baste recordar que De Páiz Pereyra sustituyó a Acosta Cruz en la presidencia del Cabildo de Lanzarote en 1978, tras decreto de Consejo de Ministros presidido por Adolfo Suárez, que disolvió la corporación "por la comisión de graves irregularidades económicas y administrativas" cuando su cabeza visible era quien hoy es denominado "decano de la prensa de Lanzarote". Pero periodistas ilustres ya lo son Guillermo Topham o Leandro Perdomo. Y punto.