La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, presentó el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2010 en el Congreso de los Diputados. Austeridad y solidaridad son, a juicio del Gobierno, los dos ejes sobre los que gravitarán las cuentas públicas durante el próximo año, teniendo en cuenta el contexto de grave crisis económica internacional en el cual nos encontramos y la prioridad absoluta del ejecutivo que preside Zapatero, es decir, la creación de empleo.
Así que son unos presupuestos austeros, que consolidan el esfuerzo en gastos de desempleo, pensiones y dependencia, priorizan el cambio de modelo productivo con inversión en infraestructuras, educación e I+D+i y aspiran a reequilibrar las cuentas públicas. En política fiscal las novedades radican en la supresión de la deducción de los 400 euros y en la elevación de los tipos del IVA, así como en la bajada de cinco puntos del Impuesto de Sociedades para las PYMES. En cualquier caso, los españoles continuarán experimentando una presión fiscal menor que la que nos dejó el PP en 2004.
Los impuestos son los ingresos del Estado, pero también hay gastos, y aquí es donde se hace más apreciable la inmensa diferencia entre el modelo que propone la derecha española frente a la propuesta socialista. Aumentan las becas en un 3,8% con respecto a 2009, se dota el programa Escuela 2.0 con 100 millones de euros, prosigue el plan Educa-3 para la escolarización de menores de tres años, suben las partidas presupuestarias en materia de justicia y de seguridad ciudadana, crece la Ayuda Oficial al Desarrollo, aumentan las pensiones mínimas, se mantienen las prestaciones por maternidad y paternidad...
¿Pensiones? ¿Becas? ¿Ayuda al Desarrollo? ¿Apoyo a desempleados? ¿Facilidades para las empresas? ¿Se imaginan a Rajoy, o a Camps, o a Soria, debatiendo sobre estas cuestiones?