El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro Sanginés, autocalificado en el pleno de la moción de censura inmobiliaria de todos contra el PSOE como el "nuevo cantinero del chiringuito", ha planteado un chantaje. Ha declarado que el PSOE entrará en el Consejo de Gobierno del Cabildo si rebaja el nivel de sus críticas, si se hace merecedor de tan alta gracia presidencial, reduciendo sus opiniones contrarias y, sobre todo, si se porta bien. Es decir, si cierra la boca y cesa en sus acusaciones sobre un grupo de partidos políticos (CC-PP-PIL-PNL) colocados al frente de la institución insular por el tristemente famoso lobby de los cuatreros del territorio.
El Consejo de Gobierno del Cabildo es un órgano de nueva creación en virtud de la Ley de Grandes Ciudades que dispone de amplias competencias ejecutivas, anteriormente en poder exclusivo del Pleno. Manuela Armas, la presidenta socialista, incluyó en ese órgano a miembros de la oposición. Fue un sano ejercicio de transparencia, de democracia y de participación. Pedro Sanginés podría seguir su ejemplo, pero lo haría siempre a cambio del silencio del PSOE. Eso es un chantaje.
La exigencia de un PSOE sumiso, silencioso, servil y cómplice no es nueva. Era condición indispensable de los cuatreros del territorio para no poner en marcha la estrategia golpista encaminada a desalojar a los socialistas de las instituciones. Cuando comprobaron que el PSOE era insobornable, fijaron su mira telescópica en el sector cementero de CC, el de Jesús Machín y Pedro Sanginés; en los fácilmente corruptibles PIL y PNL y en un PP inane, inservible a la hora de plantear alternativas pero eficaz para redondear el círculo de la componenda.
De ahí el chantaje de Sanginés. Si el PSOE calla, tal vez él y sólo él conceda la gracia de incluir a sus consejeros en los órganos de gobierno del Cabildo. Es un ejercicio bestial de soberbia, de prepotencia, de chulería, de arrogancia... Nada que ver con el talante tolerante de los ciudadanos que hoy tenemos la desgracia de sufrir un gobierno indecente en el Cabildo.
Sin el PSOE en el Consejo de Gobierno cabildicio, el lobby político-empresarial-inmobiliario que manda en la institución se libera de voces críticas que entorpezcan sus designios a la hora de tomar decisiones. El Cabildo como chiringuito, y un cantinero-presidente al frente, metáfora genial para definir el estado actual de la primera corporación de la isla. Degradación al máximo, indecencia en el ejercicio de la cosa pública y partidos políticos azotados por la corrupción (PIL, PNL) decidiendo sobre las vidas de las personas. El chantaje como exigencia para acallar voces discordantes y decisiones que se toman desde una celda de Tenerife II o sobre una fuente de exquisitas y aristocráticas clacas. Tocando fondo.