Han sido suficientes seis meses escasos para comprobar en toda su crudeza la insostenibilidad del actual grupo de gobierno del Ayuntamiento de Arrecife, que encabeza el popular Cándido Reguera, y la lamentable ristra de desatinos que prácticamente a diario reflejan los medios de comunicación. Y es que todo empezó mal, rematadamente mal: Cándido Reguera no es alcalde porque haya ganado las elecciones o porque los ciudadanos lo hayan aupado a la alcaldía; Cándido Reguera es alcalde porque se sirvió del voto de dos concejales del PIL, imputados por gravísimos delitos de corrupción, que acababan de salir de la cárcel. Por esa razón, el comienzo de la etapa de gobierno PP-PIL-PNL en Arrecife estuvo marcado por la indecencia y la indignidad de un grupo de políticos incapaces de trasladar mensajes de integridad moral a los ciudadanos.
Las investigaciones judiciales y policiales de los casos "Unión" y "Jable" no ofrecen dudas: existe una trama corrupta dedicada al cobro de comisiones ilegales a empresarios y entregada al cohecho, la prevaricación y la asociación ilícita, sostenida desde la prisión por Dimas Martín, delincuente convicto que en la actualidad cumple pena de cárcel por la comisión de importantes delitos de corrupción. Dimas Martín sigue siendo el alma mater del PIL, así que no es descabellado colegir que continúa manipulando a su antojo aquellas instituciones donde su partido gobierna, a saber, el Ayuntamiento de Arrecife y el Cabildo de Lanzarote. Se trata de una especie de peaje que a diario abonan Cándido Reguera, Pedro Sanginés o Astrid Pérez, capaces de justificar su asociación inmoral con el PIL a cambio de mantener las sustanciosas prerrogativas políticas e institucionales que les confieren las corporaciones públicas.
¿Y el PSOE? Se nos acusa de colaborar con el PIL, de gobernar junto a los insularistas y de permitirles tocar poder y facilitarles el acceso a los fondos públicos. Vale, y probablemente lo afrontaremos en las urnas. Sin embargo, hay matices: cuando estalló la "Operación Unión" y visualizamos que la trama corrupta utilizaba al PIL a modo de brazo político para favorecer sus intereses, tardamos cuarenta y ocho horas en expulsarlos de los gobiernos de las instituciones. Propusimos a CC y a PP la formación de diques políticos que impidieran a Dimas y a los suyos continuar con su asfixiante praxis corrupta; aún hoy, ofrecemos apoyo en Arrecife a cambio de nada, excepto de arrancar a la gente de Dimas del control de los presupuestos. Únicamente recibimos una confusa y grotesca respuesta de Jesús Machín (CC) balbuceando algo así como un gobierno de salvación donde también estaría el PIL. Impresentable.
Entre tanto, Cándido Reguera arrastra su cruz: es un simple rehén de Dimas, a quien debe su alcaldía. El "icono" del Islote del Francés, eufemismo que oculta una suerte de nuevo pelotazo urbanístico; el abandono del Islote de Fermina; la privatización de las guaguas municipales; veintisiete asesores a sueldo y a cargo del dinero municipal, casi todos vinculados al PP y que serán los encargados internamente de votar para que Reguera sea candidato en 2011; un viaje inútil a Grecia para contentar a un concejal del PIL; 300.000 euros para un concierto de Alejandro Sanz, mientras se niega la construcción de un albergue para los sin techo porque el PIL dice que no; una concejala con una querencia especial por aparcar su coche donde se le antoje; fotos diarias del alcalde inaugurando alcorques y bordillos; dinero público invertido en medios de comunicación afines para que loen al grupo de gobierno y difamen a la oposición; y sobre todo, inestabilidad, incapacidad para gobernar, en minoría en el pleno municipal, con el PIL chantajeando a diario y un discurso obsceno de Reguera asegurando que todo lo hace para crear empleo y que la culpa es del PSOE, mientras Arrecife se endeuda, se hipoteca, se hunde y se convierte en la ciudad con mayor número de parados de Canarias.
Cierto es que Reguera, Sanginés y Astrid cuentan con apoyos significativos y muy potentes: el lobby inmobiliario-empresarial corrupto que hace poco desfiló por los juzgados, los medios de comunicación de su propiedad, partidos que recuerdan más a promotoras de construcción que a organizaciones políticas... pero han olvidado algo capital: los ciudadanos son libres, no están sujetos a la propaganda oficial y tienen criterio propio. Piensan por sí mismos. Exactamente lo contrario de lo que desearían los que hoy gobiernan y consienten con la extorsión diaria de los corruptos.