Hoy han dado comienzo los actos conmemorativos del 40 aniversario del programa MAB (Hombre y biosfera) coincidiendo con que la Reserva de Lanzarote cumple 18 años.
Como primera reflexión: un momento para celebrar. Sí. Con todas las luces y sombras, con todos los errores y aciertos, es un momento para celebrar. El simple hecho de suscribir el compromiso de compatibilizar desarrollo y sostenibilidad es un motivo para celebrar. La propia existencia de un debate sobre si como población hemos estado a la altura del reto es un motivo para celebrar, pues solo avanzaremos en la dirección correcta partiendo del debate y la autoexigencia.
Pero toca también efectuar balance o, tal vez, balances. Un primer balance, el técnico, que más allá de opiniones ha de estar basado en la evolución de los principales indicadores de sostenibilidad. Probablemente, su examen nos llevaría a una conclusión precipitada, pues hemos incrementado el gasto de combustible por persona, o la generación de residuos, o el consumo de agua, entre otros. Sin embargo, una reflexión rigurosa debiera llevarnos a comparar cómo han evolucionado dichos indicadores no solo en Lanzarote, sino comprobar si nuestros incrementos son mayores o menores que en otras Reservas y territorios sin dicha condición. Eso nos permitiría intuir por donde hubieran ido en caso de nos asumir el compromiso de sostenibilidad que Lanzarote a adquirido. Seguro que esa comparación resultaría más favorable, sin que ello debiera llevarnos a la autocomplacencia.
Pero hay otro balance a realizar inexcusablemente y es el del nivel de implicación de la sociedad insular en la gestión de la Reserva. Hoy, y en ese sentido, hemos tenido una prueba de cómo ha ido evolucionando la implicación ciudadana y su valoración por parte de los gestores públicos: en la mesa inaugural estaba presente la Cámara de Comercio, pero no había ninguna representación del rico entramado asociativo que ha dado vida y soporte a esta Reserva.
No es mi ánimo el de generar polémica, ni el criticar la presencia de la máxima representación empresarial, algo que valoro enormemente. De hecho, como consejero responsable impulsé una modificación de estatutos que permitiera aumentar la representatividad empresarial, como elemento fundamental del binomio desarrollo-sostenibilidad. No critico, ni me quejo de quién esta, bienvenido. Me duelen las ausencias.
Dicho eso, quiero terminar como empecé, diciendo que estamos en el buen camino y que hoy es un día para celebrar. Felicidades.