Felicidades
Felicidades a todas. A pesar de tantos y tantos motivos para pensar lo contrario, felicidades.
Felicidades por estar ahí, por no desfallecer, por seguir insistiendo en una lucha que debe ser de todos y de todas aunque en la práctica el mayor esfuerzo haya recaído sobre todo en ustedes, en las mujeres.
Felicidades a pesar de que los tiempos no sean propicios, a pesar de que algunos estén empeñados en hacernos retroceder sustituyendo el derecho a decidir por una insoportable tutela.
Felicidades a pesar de las diferencias salariales, de esa tendencia a dejar en segundo plano a quienes muchas veces debieran estar delante.
Felicidades a pesar de que todavía tengamos que poner cuotas para que la ley termine por imponer lo lógico, lo evidente, lo justo.
Felicidades a pesar de que algunos (y lo que es peor, alguna) siga proponiendo como modelo la abnegación de la Cenicienta y porque muchos anuncios se sigan empeñando en degradar no solo el cuerpo, sino la valoración de la mujer.
Felicidades a pesar del sobreesfuerzo de compatibilizar la maternidad con una vida laboral plena, de esa especie de desdoblamiento que les permite ser madre las 24 horas a pesar de estar ocho o más en el trabajo.
Felicidades por la lucha constante contra la violencia de género y una de sus principales consecuencias: la visión simplista de esa violencia como el único problema de las mujeres, como si para ser felices lo único que hace falta es que no les peguen, cuando la discriminación constante es otra forma de violencia.
Felicidades por mantener todavía las ganas de celebrar otro ocho de marzo a pesar de que hayan sido insuficientes tantos ocho de marzo.
Felicidades.
Carlos Espino