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Jimena Álvarez Quiroga

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Lanzarote, destino turístico tonto

No sé a qué alude la inteligencia cuando se menciona en relación con un destino turístico, aunque tiendo a pensar que la calificación dependerá de la experiencia de cada visitante, de cada tour operador o de cada profesional del gremio.

Digo yo que una inversión promocional decidida en los países emisores de turistas será inteligente; siempre, claro está, que se practique sobre estudios de mercado contrastados, con actualizaciones constantes de las nuevas demandas y gustos del turista y posteriores mediciones de resultados.

Pero… ¿es inteligente apostar por líneas aéreas low cost cargadas hasta los topes de visitantes cuya máxima aspiración es obtener el muy lícito más por menos? Afortunadamente, parece que la ampliación de la pista de aterrizaje del aeropuerto César Manrique es un debate aparcado, con permiso de la campaña electoral que se nos viene encima.

No le falta inteligencia, en mi opinión, a la apuesta de comercializar la visita turística con la envoltura de la práctica deportiva, por ejemplo, para atraer a un segmento de consumidores de alto nivel adquisitivo que viaja en familia o en grupos.

Sin embargo, no parece muy razonable que las Corporaciones locales trabajen a la contra, pidiendo la restricción de la circulación de bicicletas por las carreteras insulares o el aumento de la velocidad de tráfico permitida en algunos tramos.

Y, sin ánimo de ofender, también me parece del género tonto la pretensión encubierta de privatización del Islote de la Fermina por parte del Cabildo. La Smart-Island-Lanzarote-Reserva-Inteligente-de-la-Biosfera se nos vende como “una plataforma integral de colaboración público-privada que impulsará el desarrollo local a través de la transformación digital de la isla y la posicionará como ejemplo internacional de buenas prácticas en materia de gestión de la experiencia del cliente y medición en tiempo real del desempeño de un territorio insular en materia de sostenibilidad”.

Primero, por lo pretencioso e incomprensible de la explicación, que solo aspira a impresionar a la ciudadanía que todavía confunde verborrea con sapiencia. Y después, porque no sé si esa transmutación de isla volcánica en holograma comercial nos va a traer la felicidad, que al fin y al cabo es la aspiración más inteligente de las comunidades humanas. 

 

Jimena Álvarez