La pandemia que asola el planeta tiene a media humanidad confinada en sus casas y a buena parte de la actividad económica y empresarial con el freno de mano puesto. Todos los datos que vamos conociendo procedentes de los organismos internacionales vaticinan una gran recesión impuesta por la crisis sanitaria global que, probablemente, conllevará una brutal reconversión de la economía. Para esto ninguno estábamos preparados, así que se nos presenta por delante una tarea realmente extraordinaria.
Cuando pase la emergencia sanitaria, las personas y las empresas volveremos a la actividad poco a poco, pero la recuperación del empleo será lenta. No hace falta ser un experto para reconocer que la reconstrucción de la economía en Lanzarote y La Graciosa correrá paralela a la del conjunto de Canarias, y esta a la del Estado, y esta a la de Europa, y esta a la del mundo. Creo que nunca como hasta ahora la humanidad se había visto en la tesitura de afrontar junta y unida un problema de proporciones tan inmensas. Juntos y unidos, creo que esa es la clave.
En estos días, indagamos en lo más hondo de nuestro interior en busca de herramientas con las que afrontar esta situación, pero a poco que nos detengamos sabemos que no hay que darle muchas vueltas. Sabemos que hemos llevado al planeta al borde del colapso y que media humanidad está excluida de los niveles de bienestar que, en general, disfrutamos nosotros. Sabemos que se puede vivir con menos, que lo material no lo es todo y que hoy más que nunca la vida en común debe fundamentarse en valores como la justicia social, la igualdad o la solidaridad.
También sabemos que el neoliberalismo y sus políticas de recortes y austericidio no sirven para nada y solo causan dolor, que el sector público debe desempeñar un papel esencial no sólo en ámbitos como la sanidad, como estamos viendo, sino en otros muchos aspectos, como la educación o el cuidado de los mayores y los excluidos . El mundo que resurja tras la pandemia debe regirse por unas nuevas coordenadas, eso ya nadie lo pone en duda. También parece fuera de discusión que la tarea que tenemos por delante hemos afrontarla juntos y unidos, sobre la cooperación sincera y sobre consensos muy amplios.
Hacia futuro inmediato me pregunto, por ejemplo, ¿valdrá cualquier tipo de actividad económica sólo porque genere empleo aunque afecte a la vida o la salud de los seres humanos o a otros seres vivos del planeta? Creo que no. Pienso muy sinceramente que reconstruir la economía requiere al mismo tiempo enmendar la desigualdad social y detener y revertir el cataclismo ambiental, así sea en Lanzarote y La Graciosa, en Canarias, en España, en Europa o en el mundo. Por eso, en este escenario casi apocalíptico, recobra fuerza la propuesta de poner en marcha un Green New Deal con la que el PSOE se comprometió.
La reconstrucción tras la pandemia nos exigirá combatir con determinación la crisis climática, al mismo tiempo que se mejora la vida y se protege a los sectores más desfavorecidos. Y eso pasa por una fiscalidad mucho más justa, aunque hará falta una descomunal inversión pública para descarbonizar la economía, instalar renovables a destajo y abrir nuevos horizontes para las empresas y el empleo. Pero también tenemos que darle una repensada a las ciudades, a la movilidad o al consumo, entre otras muchas cosas. Reconstruir la economía será un trabajo gigantesco, pero no menor será recomponernos como humanos. Pero, por ahora, toca respetar las normas, evitar contagios y salvar vidas.