Los datos que aportan los entendidos sobre el impacto de la crisis económica y social que se espera en Canarias en los próximos meses son escalofriantes. Incluso en el mejor de los escenarios, aún en el supuesto de una pronta reapertura del las Islas al turismo, tenemos que prepararnos para resistir meses muy duros y que, en otras épocas pasadas, obligaría a muchísimas personas a hacer las maletas y emigrar. Pero esa no es una opción para nosotros en estos momentos, así que no nos queda más remedio que armarnos de paciencia y prepararnos para el futuro inmediato.
Las ayudas procedentes del Estado y, sobre todo, de la Unión Europea son cruciales para que las familias, las empresas, los autónomos y los trabajadores puedan aguantar los próximos meses sin que nadie se quede por el camino. Pero, si nos detenemos a pensar en lo que haremos como sociedad el día después, inevitablemente debemos aferrarnos al turismo como la única opción realista que puede garantizar una amplia actividad económica y abundante empleo. Todo lo demás, siendo muy importante, no nos va a sacar adelante en estos momentos.
La pandemia nos está dejando algunas enseñanzas. Es cierto que tenemos que robustecer el sector primario para avanzar hacia la soberanía alimentaria, proteger la industria y desarrollar toda la que sea posible, apostar por I+D+i, conseguir que Canarias se abastezca al 100% de energías limpias y renovables en el más breve plazo de tiempo o apostar por una educación de primer nivel. Pero la evidencia nos dice que la Europa que surgirá tras la pandemia querrá hacer turismo y viajar a destinos cercanos, con buen clima y soleados, con un mar y playas de primer orden, ricos en naturaleza, con paisajes diversos y seguros desde el punto de vista ciudadano… ¡y sanitario! Querrán viajar a Canarias.
Con esto no quiero decir que nos dispongamos a seguir haciendo con el turismo lo mismo que antes, ni mucho menos. Rescato un compromiso con el que concurrí a las elecciones: el turismo del presente y el futuro debe estar basado en la sostenibilidad y en la implementación de la inteligencia turística y la digitalización. Por esa razón, creo que este tiempo trágico e incierto nos ofrece la oportunidad de apostar por la rehabilitación y valorización de nuestro turismo, pero bajo un nuevo paradigma de sostenibilidad y de calidad. Creo que así podremos ser un destino pionero, atractivo y competitivo.
Bien, ¿y cómo se hace eso? La respuesta es sencilla y no creo que haya una sola persona adulta en Canarias que no la conozca, que no sepa los errores que hemos cometido en materia turística. Hoy, 24 de abril, César Manrique cumpliría 101 años de edad. Cuando concluye el centenario de su nacimiento, se me ocurre que no podríamos hacerle un regalo mejor que rescatar sus criterios y enseñanzas, el valioso legado de su obra pública, su corajuda defensa de la calidad frente a la cantidad, su apuesta por el patrimonio natural y cultural, y su manera de entender la relación entre la naturaleza, el arte y la vida, y llevarla al terreno turístico.
No nos confiemos y sigamos respetando las normas para evitar contagios y salvar vidas, seamos solidarios y hagamos lo posible para que nadie se quede atrás. Y ojalá podamos reabrir pronto y atraer turismo con seguridad y con una fórmula infalible y que todos conocemos. La receta es más César Manrique que nunca.
Fco. Manuel Fajardo Palarea, senador del PSOE por Lanzarote y La Graciosa.