Cuando el Gobierno de Rajoy devolvió a su casa a las señoras que hacían huelga de hambre en las puertas de su conciencia, reclamando un Pacto de Estado contra la Violencia de Género, muchos nos los creímos. La presión feminista llevada al límite del riesgo de muerte y las cifras de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas parecían haber calado por fin en la sensibilidad de nuestros dirigentes del Partido Popular.
Desgraciadamente, apenas cinco meses después hemos comprobado que no se ha contemplado ni un euro en la asignación de fondos efectuada en los Presupuestos Generales del Estado para medidas específicas complementarias para luchar contra la prevención y atención a las agresiones a las mujeres y a los menores en el ámbito privado, en el marco de este Pacto de Estado. Ni se recomponen las partidas previas a la crisis ni se financia la Igualdad.
Nos volvieron a mentir. Como con la lucha contra la corrupción, como con la dotación de la dependencia, como con la ley educativa... Mienten y no se sonrojan, mienten sin cambiar el gesto, se manifiestan detrás de las pancartas violetas cuando toca, pero no hacen nada.
Charlo con mujeres de mi entorno, igualmente indignadas, hundidas en la impotencia, que aprietan los puños y siguen trabajando para ayudar a otras mujeres, las víctimas, que saben mucho del dolor y el miedo y casi nada de la política.
Pero puede que sí entiendan que una decisión así, volver a olvidar a las mujeres agredidas y asesinadas por violencia de género, debería invalidar el Presupuesto entero en una sociedad que aspira a ser equitativa y justa.
¿Permitirán fuerzas políticas que supuestamente aspiran a ese fin, como Ciudadanos o Coalición Canaria, que el proyecto de Presupuestos generales se materialice en estas condiciones? ¿Se sumarán al último bofetón infligido a las mujeres y a la Igualdad? Quiero, espero, deseo, que no, que impongan su buen criterio y voluntad transformadora y recuerden al Partido Popular que el rodillo conservador es historia.