Como cada 27 de septiembre llega el Día Mundial del Turismo que este año se celebra con el lema, elegido por la ONU, “Turismo y desarrollo comunitario”.
El desarrollo comunitario, según la doctrina de la ONU, exige tanto la implicación de las comunidades locales en la toma de decisiones que les afectan, como su participación en la cadena de valor del sector, por lo que cabe preguntarse precisamente por la participación de la sociedad insular en los beneficios producidos por el turismo.
No cabe dudar del papel fundamental del sector turístico en la consecución del bienestar de esta isla y sus gente, pero el proceso de degradación de las condiciones laborales en el sector que inicialmente pudo ser atribuible a la crisis, se mantiene en situaciones de una altísima ocupación.
Chocan frontalmente las valoraciones de sindicatos y patronales. La parte social sostiene que recuperadas las cifras de ocupación hay margen para recobrar parte de lo perdido. La representación empresarial responde que la recuperación es frágil y que los precios continúan en niveles que impiden la mejora de las condiciones laborales.
Como militante de izquierdas, como socialista, me inclino claramente por respaldar la posición de los sindicatos: si mejora la ocupación tienen que mejorar las condiciones de las trabajadoras y los trabajadores. Puedo entender las razones esgrimidas desde las patronales, pero cada vez se me hace más difícil. Ya son muchos los meses que encadenan mejorías, al tiempo que continúan endureciendo las condiciones laborales.
La ausencia de conflictividad con la que se ha recibido este proceso de pérdida de derechos ha sido debida a una enorme responsabilidad por parte de las trabajadoras y los trabajadores, y sus sindicatos, que han entendido las condiciones por las que atravesaba el mercado turístico.
Esa responsabilidad no puede ser considerada como un cheque en blanco, ha de ser retribuida con una negociación colectiva honesta y rigurosa, con cifras sobre la mesa al alcance de la parte social, que puedan trasladar a la ciudadanía la realidad del sector. Si no se hace así, cundirá cada vez más la sensación de que de la crisis algunos están saliendo mucho mejor que el resto. No es bueno en el medio y largo plazo para la paz social en el sector.
Como no es buena la amenaza que se cierne sobre nuestra principal industria: las prospecciones autorizadas por José Manuel Soria, paradójico ministro de Turismo del gobierno del Partido Popular. Un gobierno que ya vio caer un ministro por la presión política y social. Quizás José Manuel Soria, más pronto que tarde, sea el siguiente en tomar el mismo camino que Gallardón. Iguales en su soberbia, compartirán destino.
Quiero acabar con mis felicitaciones sinceras por la concesión del Premio Isla de Lanzarote a Kenneth Gasque, y de los Distinguidos del Turismo al Hotel Lancelot, en la categoría Empresa; a la WineRun, en la categoría Evento; y a Virgilio Suárez, promotor del Hotel Los Fariones, a título póstumo, como Personalidad.
Y no puedo dejar de recordar a un colectivo tan invisible y sacrificado como el de las camareras de piso. Tuvieron su premio como colectivo destacado en el 2009, con un gobierno socialista en el Cabildo, pero pienso sinceramente que debieran tener un reconocimiento especial cada vez que se habla de turismo.
María Dolores Corujo
Secretaria Insular PSOE de Lanzarote