Hoy pongo punto y final. Mi paso por la política municipal en Tías toca a su fin antes de lo esperado. Mi ética personal me impide ejercer como cargo público si no puedo dar el cien por cien e implicarme con toda la fuerza y energía necesarias para seguir batallando como hasta ahora. El ámbito profesional me distancia del municipio, pero no del compromiso en la defensa social que mantengo y aumento con celo. En el ámbito social puedo aportar más como profesional de este campo, que como política.
Entrego mi acta como concejala del municipio de Tías con pena, pero orgullosa. Orgullosa de ser socialista, orgullosa del trabajo desempeñado y orgullosa de entrar tal y como salgo, sin deber nada y habiendo dado mucho.
Simplemente, espero que mi modesto paso por estos lares haya hecho reflexionar sobre el papel que debemos desempeñar cuando se entra en política: creer en lo que haces y defiendes. Con pasión, principios y valores, rompiendo esquemas y patrones, sin necesidad de guiones o argumentarios prefabricados.
En ocasiones, me han llamado temeraria, en otras atrevida… “Disculpen las molestias: estoy trabajando”. Si eres mujer y joven, el atrevimiento es un deber, casi una obligación. Si no hubiera sido capaz de trasmitir aquello en que creía con la pasión, el atrevimiento y la temeridad con la que lo hice, hubiera sido un bulto más en la foto, y figurantes en política ya tenemos demasiados.
Soy de la opinión de que si no eres capaz de dar la cara y trasmitir tu mensaje, con mejor o peor dialéctica en pregones, cafeterías, radio, televisión, digitales, etc. es que o bien te faltan aptitudes y actitudes para ser cargo público o bien te falta interés, y te sobran intereses. Si le pones límites a hacerte entender y a que te entiendan, difícilmente puedes dedicarte a la política para un proyecto de partido y con vistas a la comunidad, aunque sí sirva para proyectos de tipo más personal.
En resumen, puedo decir que me voy siendo todavía una novata en política pero he sabido capear con dignidad un temporal de críticas, reproches y rencores que no sembré, aunque me tocó recoger.
También me voy agradecida. El crecimiento personal que me ha dado esta experiencia es inmenso, las personas que me llevo de referente son tan grandes y dignas que me parece poco el respeto y admiración que les tengo. Los agradecimientos son tantos que un par de líneas son pocas.
El socialismo de verdad, el de la gente humilde, trabajadora y concienciada con mantener el estado de bienestar no sólo está en primera línea; sin las bases este partido no tiene sentido. Aunque no puedo nombrar a cada una de las personas de mi agrupación de las que me siento orgullosa porque son muchas, si debo darles mi más sincera enhorabuena por estar a las duras y a las maduras… Cargan vallas, pegan carteles, reparten programas, participan en ranchos, hacen voluntariado, están en las AMPAS, patean las calles defendiendo el proyecto socialista y dando la cara por el resto. Esta gente se merece lo mejor y espero que todo este tiempo y hasta hoy hayan sentido que así lo hice.
Saray Rodríguez Suárez