Rectificar es de sabios. Sí, lo es, pero solo si esa rectificación no se queda a medias o no empeora la afirmación anterior. No podemos permanecer callados después de que el presidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de la provincia tinerfeña (Ashotel), Jorge Marichal, asegure que “en España, quien se deja explotar es porque quiere” (sic) y pretenda arreglarlo diciendo que su asociación no conoce caso alguno de empresarios que se aprovechen de sus trabajadores.
Marichal no vive en otro planeta. Es más, vive en las Islas Canarias. Que no le guste lo que escucha sobre la realidad del sector en el archipiélago no hace que esa realidad no exista, no hace que desaparezca. No se puede negar la evidencia, pero resulta grave e irresponsable que el representante de la patronal –quien, por otro lado, no disimula lo incómodo que se le hace hablar de la necesidad de mejorar las condiciones en que trabaja el personal de hoteles y apartamentos- niegue unas circunstancias que solo los empresarios son capaces de poner en duda.
Cuestionar la palabra de las trabajadoras y trabajadores del turismo es una falta de respeto al colectivo laboral que saca Canarias adelante cada día con muchísimo esfuerzo, un esfuerzo que ni conoce ni valora el presidente de la patronal. Con sus palabras desprecia el duro trabajo que miles de personas realizan en las islas, la que sin duda es la peor cara de unas cifras record de las que presume el empresariado mientras que estas trabajadoras y trabajadores se parten la espalda pero continúan, sin embargo, ofreciendo su mejor cara al cliente.
Marichal defiende que existe un “potente acuerdo laboral” que, como él conoce muy bien, es sorteado fácilmente con fórmulas tales como la subcontratación a bajo coste, los contratos fraudulentos y tantas otras puertas traseras que abrió la reforma laboral impuesta por el PP.
La situación actual en Canarias es que aumentan los beneficios pero hay menos puestos de trabajo que en 2008, por lo que también hay más sobrecarga laboral y salarios que no hacen justicia con el trabajo que se realiza. Por más que la patronal se empeñe en decir que se trata solo de una minoría escandalosa, no podrá esconder que, con toda seguridad, los beneficios de la recuperación que estamos viviendo no están llegando a los trabajadores y trabajadoras.
¿Insinúa el señor Marichal que las más de 20.000 ‘kellys’ canarias mienten cuando denuncian la inadmisible carga de trabajo que sufren, los problemas de salud consecuencia de ello, las condiciones brutales en que desarrollan su labor? Sí, debe insinuarlo cuando él mismo no se ha andado con chiquitas para poner en duda, públicamente, la gravedad de las lesiones que padecen estas mujeres.
En el primer pleno de este nuevo periodo de sesiones preguntaré al presidente Clavijo qué piensa su Gobierno de esas declaraciones. No nos extrañe que CC dé por buena la penosa rectificación de Marichal. Recordemos que estamos ante un Gobierno que nunca ha querido ponerse del lado de quienes dan el callo a diario en nuestros hoteles y apartamentos, un Gobierno que presume de contratos en precario, usando este argumento como incentivo a la inversión.
Lo más lamentable no es que Clavijo y su Gobierno en minoría no puedan hacer algo por dignificar las condiciones en que trabajan esas personas. Lo realmente tremendo es que no quieren, y a los hechos me remito: un Gobierno progresista con una presidenta del PSOE ha logrado en Baleares un gran pacto por la calidad del empleo en el turismo, auspiciando dos convenios colectivos entre patronal y sindicatos que se traducen en aumentos salariales de hasta 280 euros en el periodo 2017-2020.
Se llama voluntad política, señor Clavijo, pero ojo, porque puede molestar a la patronal hotelera.
Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista Canario