El blog de Manuel Fajardo
Hace unos días, el Congreso de los Diputados rechazaba las enmiendas a la totalidad presentadas por el PP, Ciudadanos y Vox a la nueva ley educativa elaborada por el Gobierno. La votación dejó claras dos cosas. La primera es que una mayoría de la Cámara somos partidarios de derogar la nefasta LOMCE o Ley Wert, impuesta por el PP hace siete años y que ha hecho mucho daño a nuestro sistema educativo.
Pese al ruido ensordecedor y plagado de bulos que introduce la extrema derecha en el debate político, aumenta sin cesar el número de personas que piensan que nuestro Gobierno comienza a estar a la altura de la agenda legislativa del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y ya es difícil, porque aquella legislatura alumbró leyes muy innovadoras como la del matrimonio homosexual, el divorcio exprés, la de violencia de género o leyes de dependencia, igualdad y memoria histórica.
Cuando decenas de miles de personas nos echamos a la calle hace unos años en Lanzarote para gritar ‘NO al petróleo’, nos oponíamos a las prospecciones petrolíferas en nuestras costas. Pero, como lo que no queremos para nosotros no se lo deseamos a nadie, creo que no me equivoco si digo que al mismo tiempo reclamábamos el fin de la era del petróleo y el comienzo de una transición energética hacia fuentes limpias y renovables, de las que vamos sobrados en las Islas Canarias.
¿Te acuerdas de los hilitos que salían del Prestige? Del petrolero hundido “salen pequeños hilitos con aspecto de plastilina”, vino a decir en 2002 Mariano Rajoy, quien en aquel momento era vicepresidente y portavoz del Gobierno español, además de ministro de la Presidencia. El buque se hundió frente a las costas de Galicia, pero el Gobierno del PP eludió su responsabilidad, minimizó el riesgo y el siniestro acabó causando una marea negra y un gravísimo desastre medio ambiental. ¡Nunca más!, fue el clamor popular que recorrió nuestro país.
El Gobierno español y la mayoría de las fuerzas políticas y la sociedad estamos en sintonía con este momento histórico que reclama que la vieja Europa se reconvierta definitivamente en los Estados Unidos de Europa, profundizando para ello en los mecanismos de los que se ha dotado la propia Unión. Como es sabido, la canciller Merkel y el presidente Macron han anunciado que propondrán la creación de un fondo de recuperación dotado de 750.000 millones de euros para reactivar la economía y coordinar los esfuerzos sanitarios contra la pandemia.
No existen recetas mágicas. La unidad de todas las administraciones del Estado, el Gobierno y la oposición, las organizaciones empresariales y sindicales, los partidos políticos y el conjunto de la sociedad civil es la argamasa que nos permitirá sobreponernos con éxito a los estragos económicos y sociales que está dejando tras de sí la pandemia de la covid-19. Pero la unidad es muy difícil de construir y, a la vez, es muy fácil que se desmorone si no se la alimenta constantemente con diálogo permanente y acuerdos sólidos.
Que nadie se quede en la calle o sin comer. En esto estamos los progresistas frente al griterío de la España negra y reaccionaria, que no soporta que un gobierno de progreso implante medidas de justicia social e igualdad, como es el Ingreso Mínimo Vital (IMV) que se aprobará en Consejo de Ministros este viernes. No vamos a caer en la provocación de las caceroladas y las amenazas, y tampoco debemos perder ni un minuto de nuestro tiempo en rebatir sus disparatados exabruptos, así que prosigamos con nuestra hoja de ruta.
La reconstrucción de la economía y la ecología deben ir cogidas de la mano en Canarias tras la Covid-19. Esto no admite discusión, sobre todo en Lanzarote, a pesar de que la pandemia haya dejado momentáneamente en segundo plano el calentamiento global y el cambio climático. Pero este gravísimo problema amenaza la vida entera sobre el planeta y, a medida que vayamos regresando a nuestras actividades, volverá a aflorar un modelo económico y energético que es profundamente insostenible y cuya transformación es urgente.
Cuando pienso en el papelón que tienen ante sí las empresas y los empresarios en la reconstrucción de la economía lanzaroteña, canaria y española me viene a la cabeza siempre una misma idea, que es la concertación público-privada. Los poderes públicos no pueden hacerlo solos y lo mismo le pasa a la iniciativa privada, que tampoco puede hacerlo sola. Por eso, porque nos necesitamos, no tengo la más mínima duda de que la concertación público-privada es un requisito indispensable para salir adelante.
Las consecuencias económicas y sociales derivadas de la Covid-19 están sacando a la luz los graves padecimientos de hogares enteros que lo están pasando muy mal y no tienen ni para comer, agravando las situaciones de marginalidad y pobreza que ya sufríamos en Lanzarote.
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