El blog de Ariagona González

Lo leí en alguna parte hace tiempo: la política implica el poder de conducir, la ciencia de organizar y el arte de prever. Y yo además incluiría una cuarta premisa: la capacidad de dialogar, consensuar y acordar. Es esta última exigencia la que marca la distancia entre los sistemas autoritarios y dictatoriales y nuestro modelo democrático.



Después de la travesía por el desierto que supuso la dictadura para el ejercicio del periodismo, la Constitución de 1978 trajo a España la libertad de expresión y el derecho a la información.  Durante unos años, nos sentimos abrigados por la convicción de que cuanto nos llegaba a través de los medios había dejado de ser propaganda manipuladora al servicio de los poderes del Estado y su nuevo objetivo enfocaba a la triada formar, informar y entretener.

Llevamos días enfrascados en la polémica sobre el pin parental, una suerte de botón virtual que apaga la pantalla educativa cada vez que los padres y las madres deciden que el contenido de la materia a impartir en el aula no es de su gusto.

 

Al margen de lo distópico del término, -¿imaginan a una legión de menores recibiendo las clases en línea desde sus dormitorios, sin necesitar quitarse el pijama, dar un paso o relacionarse con otros?- la respuesta que me parece más adecuada de las cientos que ha generado esta exigencia de los de VOX es la reducción al absurdo.

Aún no se han acallado los ecos de la Cumbre del Clima celebrada en Madrid la pasada semana con la consiguiente desilusión derivada de la falta de acuerdo internacional. Todos esperábamos de esta cita la materialización de acuerdos más ambiciosos contra el cambio climático pero, ya que estamos en este escenario, por mi parte, he decidido concentrarme en actuar local, después de que el pensamiento global no haya arrojado las respuestas que esperábamos.





La ciudadanía de Lanzarote ha reiterado su confianza en el Partido Socialista con un amplio respaldo que corrobora que la nuestra es una sociedad de progreso y que los pasos dados en estos meses previos han sido los que se esperaban de nuestra formación política.

Como representante de la provincia de Las Palmas el Congreso de los Diputados, quiero dar las gracias a todas aquellas personas que, pese a la repetición electoral, han vuelto a las urnas con el convencimiento de que solo la acción democrática nos salvará de la insolidaridad y del miedo al futuro.

Bajo la capa de malpaises, los paisajes de Geria y las onduladas líneas del volcán que maravillan a nuestros visitantes de todo el mundo, discurre una corriente fétida de malas prácticas, bilis y rencor. El paraíso oculta una urgente necesidad de calidad democrática y de pasos firmes hacia una sociedad de convivencia.

Un día después de las Elecciones Generales del 28A, después de las encuestas, la campaña, los sondeos a pie de urna, los recuentos y los resultados, toca dar las gracias. Gracias a todas las personas que acudieron a los colegios electorales a participar de una jornada decisiva para nuestro país. Gracias a todos los votantes progresistas que construyeron, papeleta a papeleta, el muro de contención a la amenaza de la ultraderecha. Gracias por la confianza mayoritaria en el Partido Socialista, que no vamos a defraudar.

Siempre he sido socialista y siempre he sido incapaz de comprender un mundo en el que no reine la igualdad y la justicia social. Tampoco he entendido, ni entiendo cómo no cuidamos y respetamos con criterios de sostenibilidad el planeta en el que vivimos. 

Que nadie nos confunda ni nos manipule: desgraciadamente, la realidad es tozuda y la crisis de hace una década sigue estando en el día a día a de muchas familias, sobre el mantel de mesas mal abastecidas en salones sin calefacción, en listas de paro que no menguan conforme pasan los años; o no al ritmo que nos gustaría.

Y de nada han servido dos legislaturas de Gobierno del Partido Popular, que nos prometió una recuperación prodigiosa gracias a su gestión liberal y al estrangulamiento de la clase trabajadora a costa de recortes de derechos y de poder adquisitivo.

La decisión del presidente Sánchez de situar al tinerfeño Héctor Gómez al timón de la empresa pública Tourespaña es una buena noticia para el primer sector económico en Canarias:  Se abre un periodo político en el que la estrategia promocional clásica de los gobiernos nacionalistas en el Ejecutivo autonómico y en los Cabildos regidos por Coalición Canaria se verá cuestionada por nuevos análisis y nuevos objetivos.