El blog de María Dolores Corujo Berriel

Leíamos recientemente en la prensa que el 33% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años considera inevitable o aceptable, en algunas circunstancias, controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades o decirles lo que pueden o no hacer. 

Recordaba Iñaki Gabilondo esta mañana el viejo lema sindical “Derecho al trabajo y trabajo con derechos”. Y quiero agradecerle la mención y al mismo tiempo, hacerla mía. Debemos volver a exigir condiciones laborales dignas y que den seguridad y confianza a los trabajadores y trabajadoras y a sus familias. 

La Ley contra la violencia de género o la Ley de Igualdad, constituyen auténticos hitos de los que las mujeres y los hombres socialistas podemos sentir un legítimo orgullo.

Sin embargo, no podemos contentarnos y menos aún caer en la autocomplacencia. La historia demuestra que los cambios sociales son mucho más lentos, y más complejos, que los cambios legislativos.

En especial, después del auténtico cuatrienio negro que ha supuesto el mandato de Mariano Rajoy, la desigualdad sigue haciendo estragos.

He de confesar que me he sentido emocionada ante la noticia del embarazo de la presidenta andaluza. No por el embarazo en sí, sino por lo que representa.

Frente a las declaraciones disparatadas de la presidenta del Círculo de Empresarios cuestionando la oportunidad de contratar mujeres en edad fértil, la imagen de Susana Díaz embarazada se sumará a la que en su día ocupó las fotos de portada de la prensa nacional, Carme Chacón pasando revista a las tropas en avanzado estado de gestación.

Como cada 27 de septiembre llega el Día Mundial del Turismo que este año se celebra con el lema, elegido por la ONU, “Turismo y desarrollo comunitario”. 

El desarrollo comunitario, según la doctrina de la ONU, exige tanto la implicación de las comunidades locales en la toma de decisiones que les afectan, como su participación en la cadena de valor del sector, por lo que cabe preguntarse precisamente por la participación de la sociedad insular en los beneficios producidos por el turismo.

Desconcierto, tristeza, rabia. Son algunos de los estados de ánimo que nos invaden y con los que vamos a afrontar este primero de mayo. Desconcierto ante una crisis de la que todavía no nos han terminado de explicar cómo y por qué comienza en los bancos y termina en las personas. Tristeza por los derechos perdidos, por los proyectos vitales quebrados. Rabia por la incapacidad que muestran nuestros gobernantes para situar primero a las personas y luego a los indicadores macroeconómicos.

El próximo 22 de marzo se celebrarán en toda España movilizaciones contra las políticas del Gobierno del Partido Popular, en una acción de ámbito nacional que se ha dado en llamar Marcha por la Dignidad.

La elección del nombre como fin último de lo que la sociedad demanda, la grandeza del sentimiento que millones de ciudadanos y ciudadanas reclaman, la dignidad esencial del ser humano que nos está siendo arrebatada, merecerían una reflexión particular; pero hoy quiero hablar de las camisetas que encenderán las mareas y de lo que cada una representa.

Cada Día Internacional de la Alimentación, que celebramos los 16 de octubre,  debemos recordar que la malnutrición sigue siendo un problema que afecta a más de 800 millones de personas; una cifra obscena si tenemos en cuenta que en la actualidad disponemos de capacidad tecnológica y económica suficiente para acabar con esta lacra.

Mis más sinceras felicitaciones a la Fundación César Manrique con motivo de la apertura de la Casa Museo de César Manrique en Haría.

Reconozco que me encuentro todavía impresionada por la visita con que la Fundación ha mostrado a distintos responsables institucionales el nuevo espacio, unas instalaciones que permiten acercarse al lado más íntimo y personal del artista.

El pasado 17 de mayo el Consejo de Ministros del Gobierno del Partido Popular dio luz verde a la contrarreforma educativa conocida por LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa), que consagra una de las exigencias más obsesivas del clero más retrógrado de Europa: la imposición por ley de la religión católica en la escuela pública en nuestro país. En cuestión de horas, las que tarda en celebrarse un Consejo de Ministros ordinario, el sistema educativo español retrocedió cuatro décadas.